PELOTA
VASCA
fotografías
de Sara Janini
Si
algo ha caracterizado al pueblo vasco tradicionalmente, eso ha
sido su enraizada y peculiar cultura, que ha resistido terca como
una mula a las erosiones del tiempo. Pueblo rural, sobrio, religioso
y jugador, ha visto en el noble deporte de la pelota vasca una
seña de identidad marcada a fuego, y tan profunda es esta marca
que en la actualidad sigue siendo un deporte con absoluta vigencia.
El primer hombre que golpeó una pelota, lo haría con la mano.
En el País Vasco es la modalidad reina: como si de cicatrices
de guerra se tratase, los pelotaris veteranos muestran sus dedos
torcidos con orgullo.
Frente a la dureza de la pelota, la mano es un elemento frágil
que acabará resentida y magullada de tanto golpeo..
El
dolor característico de los pelotaris manistas es el denominado
"clavo". Con este nombre es fácil imaginar lo doloroso
que resulta.
Se dice que después de estos partidos el pelotari debe
dejar de jugar dos-tres semanas.
Resulta fundamental la prevención de esta lesión calentando las
manos sistemáticamente antes de cada partido, con una pelota blanda
de mayor tamaño.
No está permitido el uso de un guante, pero, como se puede apreciar
en las fotos, las manos son cuidadosamente preparadas con la colocación
de unas protecciones a modo de pequeñas almohadillas, denominadas
tacos, sujetas a la mano por medio de tiras de esparadrapo.
Para poder controlar la dirección de la pelota, la protección
debe estar firmemente adherida a la mano. El sudor puede llegar
a despegar los tacos, por ello, previo a su colocación, es necesaria
una concienzuda limpieza de las manos.
Hasta no hace mucho tiempo, para garantizar una mayor fijación
de los esparadrapos, en determinadas ocasiones es necesario calentarlos
por medio de un hornillo.
Los pelotaris realizan este meticuloso trabajo previo siempre
que van a jugar, dedicándole todo el tiempo que sea necesario.
De esta manera consiguen adaptarse a los repetidos golpeos de
sus manos. Todos saben que quien no respeta esta ley pone en riesgo
su continuidad como pelotari.
Además
del referido ritual, también es importante la afirmación
de que "el juego donde corren las apuestas y donde las personas
pierden la razón", describe asimismo la otra parte de este deporte
y que queda para el público asistente.
Esta honorable costumbre ha venido rodeada de un ansia competitiva
más allá de la mera derrota deportiva, y ha querido que el dinero
sea el protagonista secundario de estos eventos.
Las voces de los corredores de apuestas laten en los frontones
en cada competición relevante, y desde antaño los pelotazales
han dejado o recuperado, según se le antojara a la suerte,
grandes cantidades de dinero en cada contienda.
Un interés añadido que enerva aún más a los asiduos a estas actividades.
Con todo este peso de la tradición, los partidos de Pelota Vasca
logran así el interés de este deporte, cnosiguiendo que en nuestros
días sigan sonando los ecos de la pelota que golpea una
y otra vez las paredes del frontón.
Parte de la información del artículo ha sido obtenida
de:
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