Han pasado ya unos días desde que asistí,
al que considero casi un reportaje clásico
en mi quehacer como fotógrafo, que habla
sobre una parte de los ciudadanos y visitantes de
Madrid en el festivo día
de la Celebración del día del Orgullo Gay,
aunque este año en los abanicos que portaban, rezaba
el texto "Orgullo 2004". Entiendo que es más comprensible,
porque en la manifestación-celebración no sólo participan
"gays".
Este
año fue todo un reto para mí, porque cargué con
la nueva reflex digital que adquirí hace unos días
y algún
objetivo de más en la mochila y que
apenas utilicé.
Recuperé el gusto por sentirme
un fotógrafo que no pasa desapercibido, recuperando
el placer del trabajo físico por un día,
sintiendo el peso y el calor de la mochila que hacía
correr el sudor por la espalda, observando e interiorizando
lo más
lento que podía, todas las cosas que pasaban
tan deprisa a través del visor de la cámara.
Refugiado tras el escudo que proporciona una reflex, uno se siente seguro disparando
y dificilmente reconocible, porque tras ella se oculta
tu propio rostro y nadie puede leer tus pensamientos.
Ella camufla la cara del fotógrafo
pero puede ver y sentir los pálpitos de los
fotografiados.
Se podía apreciar que eran
felices en esos momentos del desfile hacia el final
en la Plaza del Callao.
No importa si hablamos
de hombres o mujeres. Probablemente
detrás de cada cuerpo, de cada torso, lentejuela
y tatuaje, se encuentran unos cuantos años
de lucha por mostrar sus sentimientos, sus historias
de amor y de odio, celos, horas de gimnasio y culto
al cuerpo en muchos casos. En otros, sus anhelos
de lucimiento, aun a sabiendas de que sus ojos
ya no brillan.
Los feromonas que desprendían,
también mostraban a la cámara, sus
deseos carnales que posiblemente aflorarían
cuando se adentrara la noche y acabara la celebración
en la calle.
Seguramente, después, con sus caras
y torsos todavía sudorosos, derretido el maquillaje,
consumarían su amor, mientras sentían
el engañoso
frescor de la madrugada madrileña.
Florencio Sánchez
24 de julio 2004