Fotografiar con
el corazón y no con la razón...
Nací
en 1969 en Santiago de Chile.
En Mayo de 1995 tuve que permanecer en casa durante una semana,
debido a una gripe muy fuerte que me dio. Para entretenerme aproveche
de leer libros hasta que uno de esos días llegó mi novia con una
Zenith. Venía de unas clases de fotografía que había tomado para
reforzar una de las asignaturas que tenía en su carrera de periodismo.
Me llamó la atención la simpleza de la cámara comparada con la
que tenía mi padre, el cual durante algunos años se dedicó a la
fotografía de forma profesional. En fin, esa tarde mi novia me
dio mi segunda clase de fotografía (la primera, lógicamente me
la dio mi padre). Me quedé tan impactado por la sencillez de la
cámara y las clases teóricas, que durante el resto de la semana
me dedique a jugar con la camarita y a releer las notas que me
habían dejado…
Durante un año aprendí de forma autodidáctica leyendo los más
de 300 libros sobre fotografía que tiene la Universidad de Periodismo
de Madrid. Eso y más de 300 rollos fotográficos, me enseñaron
técnica pero no estilo. Así que se me ocurrió que si podía acceder
a la biblioteca de una Universidad, porque no podría acceder a
las clases de otra.
Así que cómo había estudiado una carrera, Ingeniería Comercial,
me permitieron acceder directamente a estudiar los dos años que
dura la carrera de fotografía en La Universidad de Bellas Artes
de Madrid. Quedé impresionado con mis compañeros que ya llevaban
3 años estudiando pintura, dibujo, composición, color, etc. Eran
autenticas máquinas creativas. Contra eso cualquier mortal se
sentiría insignificante. Para colmo en fotografía eran unos fuera
de serie. Pero como esto no se trata de competencia sino de pasión,
poco a poco fui perfeccionando mi estilo. Sin embargo, fue cuando
conocí a una profesora de escasos metro cincuenta, pero con una
calidad como persona y profesional, que no transforme esta pasión
en profesión. Ella me explicó en que consistía el estilo, que
no era ni más ni menos que fotografiar con el corazón y no con
la razón. Tienes que fotografiar para ti y no para que le guste
a los demás. Yo no entendí nada en ese momento, pero al cabo de
un año, mi estilo había cambiado. Aprendí a fotografiar y copiar
lo que me gusta. Copiar es un buen empiece. Te ayuda a definir
tu propio estilo. Por cierto esa profesora es la catedrática de
fotografía de la Universidad de Bellas Artes, y con toda seguridad
una de las mejores fotógrafas españolas de toda su historia, Cristina
García Rodero.
El segundo año de fotografía tuve que pulir una técnica, que hasta
el día de hoy sigo trabajando, la luz. Durante un año tuve que
aprender iluminación. Es gracioso que durante el primer año me
tocó una profesora, purista del corazón. Y durante el segundo
año, me tocó un purista de la técnica, Antonio Bueno. Me di cuenta
que muchos libros sobre técnica que había leído los había escrito
él.
Al final del segundo año recibí una recomendación de Cristina
García Rodero, para que trabajara de ayudante de Michael
Wray, uno de los fotógrafos de moda más importante de España.
Durante 6 meses trabajé para el aprendiendo fotografía de modas.
No hay que ser muy inteligente para darse cuenta que es una de
las fotografías mas poco agradecidas, ya que el gusto por el trabajo
final es muy subjetivo. Sin embargo para este fotógrafo, todo
era coser y cantar.
A finales del 97, mi madre me llamó desde Chile (nací en Chile
y me crié en España) para pedirme que viniera a verla ya que se
encontraba muy mal de salud. Decidí venir y me quedé a vivir aquí.
Trabajé para la Vogue Chile, La Ultimas Noticias, Glamour Chile,
y para varias agencias de modelos. La crisis económica se agudizo
en el 2000 y me hizo conocer el Internet y el desarrollo de páginas
web. Invertí dinero y esfuerzo en eso y ahora puedo dedicarme
de forma independiente a la fotografía. Mi proyección para el
futuro es fotografiar todo lo que se me pase por el lente.
Una vez le mostré mis fotografías a una galerista española. Me
dio un consejo muy valioso. Para que un artista sea destacado,
necesita unidad en su trabajo. Han pasado 5 años y no he conseguido
esa unidad, pero lo seguiré intentando. Dicen que una persona
necesita unos 10 años para llegar a ser un maestro en su profesión.
Ya me falta menos.
Italo
Arriaza
Bajo
mi punto de vista, Italo es un perfeccionista de la fotografía
y un auténtico motor de producir imágenes. Creo
sinceramente que ya posee esa unidad que tanto buscamos todos.
Cada
vez que recibo un correo suyo anunciando sus novedades, desde
Madrid percibo que deben existir pocas personas y rincones de
Santiago de Chile que no hayan visto alguna vez a Italo fotografiando
todos sus contornos, aunque seguro que la mayor parte de las veces
pasa desapercibido.
Os
recomiendo visitar su cuidada y magnífica página
web personal:
photographer.cl
Florencio
Sánchez