Un paseo por Aldealseñor
El año pasado fui a ver la película-documental "EL CIELO GIRA" de la directora soriana Mercedes Alvarez.
Esta, narra la vida de algunos de los 50 habitantes del pueblo natal de Mercedes, Aldealseñor (Soria) -cercano a Numancia- y que se encuentra en vías de desaparición.
Mercedes Alvarez, se dedicó a grabar durante un año la vida de sus vecinos, limitándose únicamente a reflejar el paso del tiempo de las gentes de Aldealseñor y sin intervenir para nada en sus, a veces, duras actividades diarias o en sus deliciosas conversaciones, cargadas de sabiduría de la vida. La realidad siempre supera a la ficción.
No puedo imaginar la gran labor de síntesis que tuvo que realizar la joven directora para lograr dejar en poco más de dos horas, las filmaciones realizadas durante días y días a lo largo de las cuatro estaciones del año.
El éxito de la película ha sido importante y ha recibido varios premios en festivales como el Festival de París dedicado al Cinéma du Réel, el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, el Festival de Cine de Tribeca (Nueva York), el Festival de Rotterdam y el Festival de Cine Español de Málaga.
Por mi parte comentar, que independientemente de los premios, la película me llegó al alma, pues retrata muy bien las sensaciones que siento también del pueblo de mi niñez y de la vida que llevaron mis padres o mis tíos en otros pueblos sorianos.
Tanto fue así, que no pude resistir dejar de acercarme un par de días a Aldealseñor y buscar los escenarios y planos que se me quedaron grabados de la película: El palacio, la fuente, el tocón del viejo olmo de la plaza, la casa de Pepa y Cirilo, la de Antonino, la majada del tío Eliseo y Aurea y lo que más me interesaba, localizar lo que podría ser más complicado; la lejana encina de lo alto de la loma y que fue la primera visión de Mercedes Alvarez cuando era niña y que contemplaba desde una ventana.
Allí estaba descubriéndola, cuando por casualidad, ví aparecer unas ovejas y con ellas a Cirilo el pastor y su fiel perro.
Parece mentira, pero fue como encontrarme con alguien muy familiar y a la vez con una estrella de cine.
Efectivamente era ambas cosas.
Cirilo, que ya había sentido el calor de sus "fans", me contó que numerosas personas, -insistía "sobre todo catalanes"- se habían acercado al pueblo a conocerles.
No tardó mucho tiempo en aparecer Pepa, su mujer, que intentó quitarse el delantal para posar para las fotografías, si bien le dije que no importaba, que se mostrara tal cual era. No obstante y para complacerle, les hice alguna foto "oficial" para que la tuvieran de recuerdo y la colgaran en la pared de su casa.
Con estos antecedentes, Cirilo y Pepa se mostraron acogedores, mostrándonos su cocina, así como la ya famosa chimenea, donde aparece Pepa en la película acariciando a su gato y al calor del fuego.
Después, Cirilo no tuvo ningún inconveniente en acompañarme hasta la casa de Antonino, uno de los "actores principales" y que posee un gran sentido de la vida y una sabiduría especial, esa, que sólo se logra después de años de experiencia y de vivencias en un entorno sosegado como es el de Aldealseñor.
Tenía ganas de conocer a este sabio y que tan maravillosamente bien retrata Mercedes Alvarez. Me sentía como un discípulo que profesa admiración por su maestro y que por fin iba a conocerle.
No fue así, ya que cuando llegamos a su casa, desde la calle, Cirilo le llamó en voz alta, pero ese día no estaba, así que tuve que desplazarme en una segunda ocasión para tratar de conocerle.
Después, esa tarde y desde lo alto del enclave de Numancia, pude apreciar una fantástica puesta de sol, así como los lejanos molinos eólicos recién instalados en lo alto de los montes del horizonte.
En la segunda visita, ocurrió un hecho tan real como cotidiano en la vida de Aldealseñor y que truncó el haber continuado con mayor profundidad el reportaje fotográfico de la Aldea. Ese día, falleció Aurea, la mujer de Eliseo y tía de Mercedes. Eliseo ya había fallecido un par de años antes, durante el rodaje del documental.
Sentí sensaciones encontradas, una de alegría por poder retratar a Antonino al que por fin conocí y que también accedió a retratarse junto con su amigo Cirilo, pero la otra de tristeza, al comprobar como la muerte sigue conviviendo de forma natural con la vida.
La película muestra muy bien esa naturalidad y a veces pienso que aquella tarde, no tendría por qué haberme marchado de la Aldea, pero preferí dejarlo ahí.
De este modo, las fotos, finalmente sólo reflejan "Un paseo por Aldealseñor".
Puede que otro día vuelva para darme otro paseo.
Florencio Sánchez
Enero 2007
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