Están en cualquier rincón de la isla.
Viajan por todos los lados, sin ir a ninguna parte.
Cuba: fotografías 2ª parte
Cuba: fotografías en blanco y negro <<nuevo>>
Han sido 11 días intensos, jornadas calurosas en las que no había tiempo de dejar de mirar y con pocos momentos para poder reposar la cámara.
Cuba, es la mayor isla de las Antillas y según dicen tiene forma de caimán.
Llegamos a la isla cubana coincidiendo también con la llegada del huracán Dean, que aunque pasó algo separado de sus costas, tuvo a varias ciudades en alerta roja de tormentas tropicales, entre ellas Santiago, a la que teníamos que desplazarnos en un avión "cubano" una vez que llegáramos al aeropuerto José Martí de La Habana, procedentes de Madrid.
La llegada a La Habana y la toma del primer taxi desde el aeropuerto hacia el Hotel Presidente -ubicado en "el Vedado"-, en una zona próxima al final del Malecón, me produjo ya las primeras sensaciones que me decían que estaba en un lugar totalmente diferente a otros donde había estado antes.
Comenzar a ver los primeros medios de transporte por la carretera, me trasladaba a otra época, que ni siquiera había vivido, pero que me resultaba muy familiar. La visión de esos antiguos coches enormes, autobuses y camiones abarrotados de gente con las ventanillas abiertas y mirando todo lo que pasa a su alrededor, desprendía ya un ambiente cálido y abierto, totalmente distinto al que muestran nuestras autopistas llenas de coches con aire acondicionado y donde nadie está pendiente de nadie, salvo de lo que ocurre en el interior de su coche.
En ese trayecto aparecieron también las primeras bicicletas, motocarros, triciclos, mulas tirando de calesas y carros, peatones que cruzan la carretera por cualquier parte, perros descontrolados...
Al principio piensas que en Cuba todo debe ser un caos, pero cuando miras las orillas de la carretera, te das cuenta de que no hay basura alguna, que la hierba esta perfectamente segada, y que existe "otro orden y otras normas" de convivencia, muy diferentes a las nuestras.
La primera visión global de La Habana fue una panorámica nocturna desde la habitación del hotel. Es una visión algo tristona de altas torres aisladas de pisos, oficinas ministeriales que se alternan con casas bajas coloniales y que se están cayendo a pedazos. Todo ello iluminado con viejas farolas y bombillas de 125 vatios, añadiendo todavía más inquietud a las calles y los edificios.
Al día siguiente, madrugamos y salimos en un vuelo hacia Santiago. El avión, de hélices, logró transportarnos en un recorrido de unos 800 kilómetros, que luego volveríamos a recorrer de vuelta hasta La Habana, haciendo parada en las principales ciudades de su recorrido: Bayamo, Camaguey, Trinidad, Santa Clara, Cienfuegos y Varadero.
Lo que no podía imaginar es que la vida de la carretera podía ser tan rica y entretenida. Me trasladó a las sensaciones de una buena película cubana titulada "Guantanamera", en la que un coche fúnebre transporta a una muerta con un anciano acompañante, que junto con el funcionario de la funeraria y su mujer, recorren muchos de estos puntos entre Guantánamo y La Habana, ocurriendo todo tipo de peripecias en el camino, historia de amor incluida.
En este punto, me planteo si continuar describiendo, ciudad a ciudad el recorrido seguido o comentar de forma desordenada las vivencias en la isla...
Creo que me voy a inclinar por esta segunda opción.
Prefiero empezar a hablar de los cubanos, empezando por los niños...
Están por todas las partes. No tienen ordenadores, ni consolas donde entretenerse, por lo tanto, sencillamente juegan unos con otros. Desde pequeños, saben lo que es tener su propio vehículo de tres ruedas (hechas con unas maderas y unos cojinetes) para desplazarse por las cuestas abajo.
Su ropa suele ser un pantalón y poco más. Algunos, ni siquiera necesitan zapatillas cuando están jugando en su calle.
Si uno quiere arrancarles una buena sonrisa, de las de verdad y con ojos ilusionados, sólo tiene que sacar una caja de pinturas de la mochila y regalársela. Es algo que compensa por completo a ambas partes.
Los cubanos y especialmente los "santiagueros", son muy amigos de la conversación, a pesar de que tengan una accidentada y difícil vida cotidiana. Les protege un natural sentido del humor que les hace resistentes a las desgracias.
En estos pocos días también he percibido la buena energía de unos cuantos abuelos tocando y cantando ritmos de son cubano y cha cha cha, trasmitiendo un saber estar y una calma que es difícil de encontrar hoy en día.
Uno de esos momentos lo vivimos en un improvisado patio de Trinidad, entre cuatro bancos de madera. Entramos allí, porque se oía su música desde el otro lado de la tapia, pasando por la calle.
Si algo hacen los cubanos muy bien es "resolver" situaciones. Éstas son de lo más variado, pudiendo ir desde conseguir los ingredientes de la comida díaria hasta fabricar una pieza inexistente para que siga circulando su viejo Chevrolet o cualquier otro modelo de automóvil que adquirieron en los años 50, conocidos como "los almendrones".
El gobierno de Fidel Castro, todavía presente en muchos carteles propagandísticos de la Revolución, les garantiza sólo alguna de las necesidades básicas, como son la educación, la sanidad, un abastecimiento mínimo a través de su cartilla de racionamiento y un trabajo... aunque claro que hay trabajos totalmente inauditos, donde pueden aburrirse como ostras.
Así, en Cuba y según sus gobernantes, no existen listas de paro, sino listas de personas que esperan "escalar a un mejor puesto de trabajo".
Sus salarios son insuficientes por completo (el gobierno paga el 80% de los mismos a la población laboral activa), a excepción de unos miles de agricultores privados con grandes extensiones de terreno, médicos prestigiosos o deportistas de élite, necesitando para mantener sus gastos cotidianos (luz, agua, transportes, mantenimiento de casas ruinosas), como mínimo, más del quíntuple de lo que reciben de ingresos. De ahí que su verdadera profesión sea "conseguidores" de algo, "resolviendo" carencias a diario.
De este modo, Cuba, no necesita de campañas para concienciar a su gente de que tienen que reciclar. Lo hacen de toda la vida, porque cualquier objeto por absurdo que parezca, les puede servir para algo en algún momento.
Otra de las cosas que más me maravilló, disparando fotografías en Cuba, es que por cualquier pueblo que pases, camino que cojas, etc. siempre hay gente que va o viene a alguna parte. No puedo concebir la vida en la isla paseando alejado del mundanal ruido. Siempre encontrarás a alguien con quien corpartir una conversación o dispuesto a contarte su vida.
Eso sí, esta vida que te cuentan, puede que sea "real", "semirreal", o totalmente "ideada", encaminada a conseguir un objetivo contigo. Éste no suele ser otro que conseguir algunos "extras", desde que les regales unas pastillas de jabón, camisetas usadas, tu gorra, o tus viejas chanclas playeras que llevas en ese momento.
Esta consecución de "extras", proceden del turismo a través de sus ingresos en hoteles, restaurantes, "paladares" (donde puede comerse langosta, fruto del trapicheo con pescadores), alojamientos particulares, alquileres y desplazamientos.
Incluso pueden proceder de algún romance, como presenciamos en un mega-hotel de Varadero, donde un sesentón calvo, enjoyado y tripón, agasajaba a todas horas a una joven cubana, que la exhibía en la piscina, en la terraza del restaurante, haciéndose fotos nocturnas por sus jardines, y seguro que, como he leido en un diario, ésta le susurraría al oido "papi, papito, mi amor".
Finalmente y a pesar de estar ya cansado de comer todos los días lo mismo: frijoles, arroz, pollo y cerdo, así como sus frutas: mango (excelente el de Santiago), papaya, piña, etc. no me importaría volver en cualquier otra ocasión... aunque mucho me temo que en los próximos años algo va a cambiar allí, ya que el 70% de los 11 millones de cubanos nacieron después de la llegada de Fidel Castro, y sus jóvenes (unos 3 millones por debajo de 20 años), en sus conversaciones callejeras hablan de internet, videojuegos, nuevas músicas distintas a las tradicionales cubanas, zapatillas de moda, etc.
Posiblemente conseguirán mayor "bienestar" y tendrán acceso a la información global que proporciona internet, más canales de televisión y mejores electrodomésticos, pero espero que, llegado este momento, tampoco se dejen en el camino su humor natural y que sigan conservando sus habilidades de "resolver".
Fue un viaje en el que me sentí muy cercano y familar a esta gran Cuba, que se rebela ante el bloqueo americano, pero que también se conforma y se doblega a un presente con futuro incierto.
Un fuerte abrazo a todos los cubanos desde Madrid
Florencio Sánchez
23 de Septiembre de 2007
Cuba: fotografías 2ª parte
Cuba: fotografías en blanco y negro <<nuevo>>
Busca un tema o sección fotográfica dentro de esta web, con Google: