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(Continuación)
Lo mejor de retratar Almazán es la luz. No hay nada como un buen paseo al atardecer o al amanecer, para descubrir todas las tonalidades del cielo, que junto con los tonos ocres de la piedra y el adobe de las construcciones, otorgan una calidez especial a sus parajes.
No digo nada, cuando aparece un día con niebla, con tormenta o una nevada invernal... Entonces, cualquier rincón que recorras, te traslada a otro lugar diferente al que estuviste el día anterior.
Por eso, insisto, una y otra vez, casi obsesivamente, en fotografiar los mismos temas: Puerta del Mercado, las tres cruces del Cinto y la muralla. En cada momento, son diferentes y únicas.
Además, me ha gustado siempre dar un paseo por la vieja estación de la Dehesa, pues es otro lugar donde se detuvo el tiempo, aparentemente sin ningún atractivo, pero donde se puede ver todavía un viejo vagón desvencijado que acompañó al tren de Franco en su visita a Hitler en Hendaya. También, en la vía abandonada puedes observar todo tipo de objetos ferroviarios y que si los contemplas minuciosamente tienen su atractivo. Avanzando por sus traviesas, encuentras a su paso, casillas con el tejado hundido, antiguas señalizaciones y palancas de guardagujas, carbonilla de locomotoras e incluso setas de cardo en la época otoñal... ¿alguien da más?
Un paseo por la otra estación de tren, la de Almazán-Villa, también tiene su encanto, con su viejo depósito junto a la antigua casa del Jefe de Estación y el silo presidiendo el horizonte. El invierno pasado, encontré junto a ella un circo de los que, cuando eras niño, podías brindar tu ayuda mientras lo montaban, para luego poder entrar gratis... Entiendo que los tiempos han cambiado, pero sus camiones en la explanada de las llamadas "casas baratas", me trasladaron a aquellos lejanos recuerdos.
Asimismo, he querido incluir, simbólicamente, un par de fotos de la Semana Santa de Almazán, que si bien no es significativa como en otros lugares de España, tiene su cierta emoción, para quienes los pasos que la componen resultan ser "viejos conocidos": "La Carrasquilla", "los Santos Nuevos", Jesús Nazareno, la Soledad, la Dolorosa, etc.
De la Plaza Mayor..., ¿qué podría comentar?, sino que es el punto neurálgico, donde confluyen niños y grandes. Donde se viven las emociones fuertes, durante las fiestas. De ésta, sólo he elegido dos fotos, una evidente con el Palacio de los Condes de Altamira y otra menos obvia, pero que todos los que presuman de conocer Almazán la reconocerán, si de verdad son observadores.
Y aquí acaba mi pequeño recorrido por mi pueblo, aunque como he titulado al principio del reportaje..., el viaje no ha terminado.
Un día, salí de Almazán con un billete de ida, pero resulta que también adquirí el de vuelta. Por este motivo, seguiré retratando Almazán en cada uno de mis regresos.
Mi billete de vuelta lo expidieron sin caducidad.
Florencio Sánchez
Madrid -Diciembre 2006-
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